Muchos padres alarmados por la situación de sus hijos toman la decisión conjunta de solicitar ayuda psicológica. Son muchas las veces que tras el primer contacto telefónico con los padres o tras la primera entrevista en consulta, preocupados me preguntan “ Y, ¿cómo le digo yo que va venir aquí?, “ ¿y si me dice que él no está loco?
Es frecuente que surjan estas dudas porque es cierto que en ocasiones los menores presentan resistencias a acudir a terapia y los progenitores se preguntan si es conveniente o no decirle a su hijo que va a ir a la consulta de un psicólogo. La realidad es que es importantísimo e imprescindible que su hijo no acuda nunca al psicólogo engañado. Si le lleva a la cita con un psicólogo habiéndole dicho que iban a merendar, o al parque, o de compras y observa la realidad, la confianza que pueda tener en usted la perderá y será muy difícil recuperarla. Además, la primera entrevista con el psicólogo es muy importante, quizá al inicio la que más, ya que es cuando psicólogo y niño crean alianza, donde se rompen barreras de mitos, donde se decide si volverá o no a consulta y, si el niño acude habiendo sido engañado, creerá que el psicólogo forma parte de ese “boicot” contra él.
Puede explicarle que el psicólogo es la persona encargada de ayudar a los niños, a los padres y a los mayores, en algún aspecto de su vida. Use siempre la palabra PSICÓLOGO.
Puede utilizar la metáfora del “entrenador” que uso habitualmente yo en consulta. Los psicólogos son una especie de entrenadores. Pero no unos entrenadores a los que ellos están acostumbrado. No les entrenan para jugar mejor al fútbol, ni para ser mejores bailarinas, sino que les entrenan para pensar “bien”. Les entrenan para vencer sus miedos, para que vayan menos agobiados al cole, para que se relacionen mejor con sus amigos y compañeros, para concentrarse mejor. Les entrenan para aprender a hacer cosas para sentirse bien consigo mismos, con las cosas que hacen y con su vida. Pueden ponerle ejemplos de la vida, de cómo otros muchos niños piden ayuda y se sienten mejor, de cómo su futbolista favorito seguro que se pone nervioso antes de jugar un partido y un psicólogo le ayuda a respirar y aprender a relajarse para confiar mejor en sí mismo, como su actriz favorita, antes de actuar aprendió de su psicóloga cómo memorizar mejor los textos y controlar sus nervios, como mamá también va a acudir para saber cómo ayudarle a sentirse mejor y a hacerlo mejor.
Entienda que, si para un adulto acudir a un psicólogo por primera vez resulta difícil, para un niño no lo es menos. Entre todos tenemos que ayudarle a que ese día no sea negativo. No es necesario que se lo comunique con demasiada antelación. El día de antes es suficiente. De este modo evitaremos que le esté dando demasiadas vueltas. Puede decirle que simplemente queréis que pruebe, que si verdaderamente no se siente nada cómodo o si al salir cree que no le puede ayudar en nada tan solo tendrá que decírselo a ellos.
Algo que ayuda mucho también es que el niño perciba que sus padres van a formar parte del proceso. Cambie expresiones como: “es que necesitas ayuda, ya no podemos contigo, no sabemos qué hacer, solo puede ayudarte un profesional” por otras cómo “vamos a que nos ayuden a todos a sentirnos mejor, todos podemos aprender algo, quizás nosotros como padre también necesitemos pautas para padres” La realidad es que en un alto porcentaje la implicación en la terapia de los padres será fundamental y en muchos problemas la probabilidad de que desaparezcan o mejoren dependerá de la implicación activa de los padres en el proceso terapéutico.