Hoy vengo a hablarte de uno de los grandes trastornos de la conducta alimentaria por excelencia, la BULIMIA NERVIOSA.
Al igual que en el artículo anterior ANOREXIA Y BULIMIA. ¡PUEDES SUPERARLAS! comencé a hablarte de los TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA voy a continuar escribiendo mucho a partir de ahora para que tengas toda la información necesaria para poder recuperarte si es que padeces alguno de estos problemas o para que puedas conocer en profundidad lo que siente o le ocurre a una persona que si lo sufre y puedas apoyarla. También para que desde aquí desestigmaticemos estos trastornos ya que, desgraciadamente SE SUFREN EN AUTÉNTICO SILENCIO y existe mucha desinformación acerca de ellos.
Si tras leerlo te sientes identificada/o con los síntomas y/o conductas y te sientes preocupada/o CONTACTA CON NOSOTROS.
¿Qué es la Bulimia Nerviosa?
Según la clasificación de la Asociación de Psiquiatría Americana, los factores que deben aparecer para poder realizar un diagnóstico de bulimia nerviosa se especifican en la siguiente tabla:
La bulimia nerviosa es un problema que se sufre la mayor parte de las veces en silencio. La persona que lo padece ha encontrado en esta conducta la forma de canalizar sus emociones, inseguridades, miedos, sentimientos de vacío y frustraciones.
Muchas veces busca en la comida las carencias que tiene o siente en su vida, el afecto, el amor, el apoyo, la diversión, la compañía… La comida se convierte en su mejor amiga, su mejor apoyo, su seguridad.
Características:
Insatisfacción profunda hacia una misma, hacia los demás y el mundo:
Normalmente la persona se siente insatisfecha con la vida en general. Son personas que tienden a conseguir aquello que se proponen, de apariencia en muchas ocasiones impecable. Le cuesta aceptar que los otros en ocasiones no cumplan con sus expectativas y tiende a sentirlo como insoportable. Son personas que tienden a ponerse estándares de perfección imposibles de alcanzar, con un elevado nivel de exigencia tanto a ellas mismas como a los demás, por lo que se sienten muy frustradas cuando no alcanzan esos estándares.
La mayor insatisfacción es con ellas mismas aunque su fachada aparente lo contrario. Pueden haber conseguido el éxito profesional, de pareja, amistades e incluso un cuerpo envidiable pero por dentro se siente vacía, deshecha, incompleta, vulnerable, rota y dolida.
Los problemas le superan, no es capaz de encontrar en ocasiones las soluciones a ellos, evita, no resuelve y recurre rápidamente a la comida para calmar todo ese torbellino de emociones desbordantes.
Presencia de atracones:
Un atracón es la ingesta rápida, excesiva y descontrolada de comida. Sucede en poco tiempo y le acompaña una sensación de falta de control personal, es como “si no pudiera parar de hacerlo”.
- Sensación de no poder parar de comer o resistirme a ello.
- Mezcla de distintos alimentos mientras se come.
- Ingerir grandes cantidades de un mismo alimento.
- Comer más rápido de lo habitual.
- Consumir en esos momentos alimentos que la persona ha interpretado como “prohibidos” y/o eliminados de su ingesta habitual.
- Aparecen normalmente tras períodos de restricción de alimentos, dietas o ayunos, o también como respuesta a estados emocionales de diversa índole.
- Al terminar el atracón la persona se siente excesivamente llena.
- Comer a solas, a escondidas, sin nadie a mi lado para sentir la libertad total de hacerlo y eliminar momentáneamente la sensación de vergüenza.
- Tras el atracón aparecen sentimientos de culpa, sensación de suciedad, de miedo, vergüenza, desprecio, depresión…
- Tras ingerir aparece el miedo a engordar y surge el deseo de eliminar a toda costa lo ingerido.
- En casi todos los casos la persona sufre un estado de disociación, de desconexión con la realidad, permanece en un estado parecido a un sueño, donde no hay pensamientos, no hay sentimientos, simplemente se limita a ingerir un alimento tras otro.
- La comida puede convertirse en una especie de adicción donde la comida me permite desconectar de mi propia realidad, de mi dolor, de mi vida, preocupaciones, problemas, no hay nada más en ese momento.
- Los alimentos que la persona toma en el momento del atracón suelen ser alimentos de muy alto contenido calórico: carbohidratos de absorción rápida, azúcares, galletas, patatas, pan, dulces, chocolates, pastas, chucherías, y un largo etcétera de alimentos “prohibidos” según la propia persona.
- Se suelen mezclar todo tipo de alimentos, desde dulces a salados, fríos y calientes, incluso la persona debido al impulso es capaz de comer alimentos congelados.
- La persona termina cuando siente que no puede más.
- Mientras se come puede aparecer una sensación agradable de placer, alivio pero que durará únicamente lo que tarde en terminar la comida ya que después aparecerán fuertes sentimientos de culpa, rechazo a una misma, tristeza profunda, vergüenza…
- Tras el episodio suele aparecer una fuerte sensación de distensión abdominal incluso dolor.
- La persona puede empezar con un leve picoteo que continuará hasta que no pueda más.
- Puede comenzar en un sitio y termina en otro lugar (en casa de unos amigos y acaba en la propia casa, o comienza en el trabajo, continua en la calle y finaliza en la casa)
- Generalmente aparecen tras situaciones desagradables o emociones incómodas que la persona presenta y que no sabe manejar de manera adecuada: sentimientos de soledad, de abandono, enfados, rechazo, cansancio, irritabilidad, fracaso de la dieta autoimpuesta, pensamientos negativos, frustración, dolor físico, aburrimiento, tras beber alcohol o consumo de otras drogas o por la necesidad biológica de algún alimento concreto.
- Normalmente los atracones se dan a partir de la media tarde siendo un momento más sensible la noche.
- Tras el atracón la persona suele intentar ingerir bastante agua y los alimentos suelen ser de fácil eliminación, ya que después, en muchos casos aparecerá una conducta compensatoria, como puede ser el vómito.
- Muchas veces la propia persona planifica cómo va a ser el atracón, dónde irá a comprar los alimentos, qué tomará, cuando y dónde lo hará.
- Suelen aparecer pensamientos del tipo: “de perdidos al río”, “ya total, si lo voy a vomitar comeré todo lo que me de la gana”, “voy a comer hasta que no pueda más, al fin y al cabo después voy a poder vomitarlo”, “venga solo comeré un poquito, nada más que eso”…
Conductas compensatorias:
- Tras el atracón aparece el miedo a engordar y desea eliminar todo lo ingerido.
- Aparecerá una conducta compensatoria, la más frecuente es el vómito que a veces aparece aislado o en combinación con otras formas de compensar lo consumido en ese momento: laxantes, uso de diuréticos, ejercicio excesivo y otros medicamentos.
- Al vomitar la persona se siente liberada, desaparece la frustración, la sensación de gordura.
- En las primeras veces sobretodo, aparecerán sensaciones de relajación, ligereza que se quedarán grabadas y cuando vuelva a sentirse mal recordará que purgándose se le pasa y siempre puede recurrir a ello.
- Muchas personas presentan pensamientos del tipo: “que bien, puedo comer todo lo que quiero y no engordar”, “puedo controlarlo” “lo harté solo cuando realmente lo necesite”
- Tras la purga, en algunas ocasiones, la persona continuará con su vida, como si no hubiera pasado nada, como si no hubiera habido atracón, de nuevo puede aparecer una disociación de sus emociones y pensamientos.
- Cuando los vómitos o conductas compensatorias comienzan a ser frecuentes, la persona comienza a sentirse cada vez peor, más cansada, exhausta, agotada psicológica y físicamente desapareciendo esas sensaciones de bienestar del principio.
- Muchas veces la persona llega a alcanzar un estado de “borrachera” tras el atracón, muy similar, con efectos parecidos a los de una resaca: mareos, dolor de cabeza, la vista se nubla y muy fuerte dolor abdominal que llevará a la persona a intentar dormir, descansar, incluso a veces no puede remediarlo, caerá rendida tras el atracón y la purga.
- Se promete que no volverá a hacerlo, que no le hace bien, que era la última vez… Que no va a volver a comer así y a vomitar después. Al decirse eso compensará también la culpa de haber actuado de esa forma. Realmente esas auto-promesas no servirán para mucho, ni para controlar ese comportamiento, más bien reforzarán el que vuelva a actuar de ese modo, ya que al culpabilizarse acaba infringiéndose un castigo que de ningún modo frenará que vuelva a hacerlo.
Se prometerá también que al día siguiente va a ser capaz de controlar la comida, incluso que reducirá su ingesta y que por supuesto no volverá a darse por la noche otro atracón, que lo tiene “todo bajo control” y será aquí cuando comience el ciclo de la bulimia, una trampa que, sin ayuda es muy difícil de vencer.